El 2020 quedó atrás, un año del que precisamente no tendremos buenos recuerdos por todo lo que nos dejó, del cual tenemos mucho que aprender, una pandemia que nos ha golpeado severamente y que nos debe dejar la lección de la vulnerabilidad del ser humano, de nuestra fragilidad, de lo efímero de la vida, un terrible periodo que nos ha arrebatado amigos y familiares, un año con muchas dificultades en todos los aspectos, valorar la vida es una gran premisa.
Es el momento de reflexionar, de respetar las diferentes concepciones de mucha gente que finalmente tiene que enfrentarse a una realidad innegable, no es momento para polemizar sobre esta terrible enfermedad que ha cambiado nuestras vidas, es el tiempo de actuar con mucha responsabilidad, pensar que en nuestro entorno hay personas a las que estimamos, queremos y que jamás pensaríamos en perjudicar.
Sólo atinamos a pensar que cada persona es única, muy libre de pensar pero de igual manera deben estar muy conscientes de una realidad que estamos viviendo, reflexionar que en la medida que seamos respetuosos, que observemos las medidas de contención del Covid-19, estaremos actuando de manera responsable.
Estamos muy conscientes del hastío que prevalece en nuestra gente, de los enormes deseos de volver a una normalidad que cada día vemos lejana, pero también tenemos la certeza de después de la tormenta, vendrán días diferentes, es natural que hoy estemos padeciendo todo esto pero por ningún motivo debemos de confiarnos, la amenaza es tan real como el aire que respiramos.
Es claro que atravesamos por momentos muy difíciles, nuestra vida se ha trastocado y nos parece que lo primordial es conservar nuestra salud, a ello debe estar enfocada nuestra responsabilidad en un mundo muy crítico donde muchos de nuestros semejantes están padeciendo una situación muy dura, la vemos, las palpamos y lamentamos no poder tener la solución a algo muy complicado.
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